ABC de Sevilla. Sevilla y mucho más La Feria. Veinte miradas a la fiesta de Sevilla

Entrevistas

Guía de la Feria:

MARÍA TERESA CAMPOS / PERIODISTA

“El real se ha convertido en un plató gigante de televisión al aire libre, da mucho juego”

JOSÉ Mª ARENZANA

Un técnico mide la luz sobre el rostro de María Teresa Campos durante la grabración de un programa de Telecinco en el año 2002. A su lado, la modelo sevillana Raquel RevueltaDice que la primera vez que pisó la Feria de Sevilla fue de la mano de una compañera de la radio, Pilar del Río, casada en la actualidad con el Premio Nobel portugués José Saramago. Con ella y un grupo de amigas, entre las que se encontraban casi siempre las periodistas Carmen Rigalt, Lola Cintado o la ex senadora socialista Amparo Rubiales, aprendió a disfrutar de la Feria de Sevilla en la Caseta de las Mujeres de la calle Pepe Hillo. Cada vez que puede se viene unos días a la Feria, pero, para no dejarse escapatoria y no perdérsela, en los últimos años se autoexige hacer un par de días su programa matinal desde Sevilla coincidiendo con estas fechas: «Para nosotros ya es una obligación, casi una tradición». De ese modo puede combinar en tiempo y forma la pura diversión en la Feria con el trabajo.

Mitad periodista firme y de convicciones rigurosas, mitad personaje fungible para ser devorado por las masas, por culpa o gracias a la TV, supongo que pasear con la Campos por la Feria a estas alturas de su fama debe de ser una mezcla entre hazaña prodigiosa y tormento oriental. Me lo confirma ella, pero asegura llevarlo bien, o al menos comerse el marrón con dignidad: «La verdad es que la gente sólo quiere halagarte, darte un beso o abrazarte, pero algunas veces llega un momento en que me da el ataque, porque sufro de claustrofobia y además te creas enemigos innecesarios».

Por eso huye de las bullas cuanto puede y se refugia entre sus amigos o prefiere pasear en coche de caballos: «Lo malo —dice— es que ahora todo el mundo lleva una cámara de fotos o un teléfono de esos y cada tres pasos te paran para hacerse un retrato contigo. Han llegado incluso a ponerme un bebé entre los brazos yendo yo en un coche de caballos en marcha. Pero, hombre, es que hay gente que se vuelve loca... Y encima, si no les dices una palabra de cariño, no lo entienden, claro».

Y para terminar de completar el panorama, están los cazadores de la prensa rosa: «Bueno, no, a mí los paparazzi sólo me persiguen en momentos puntuales», me dice, «si soy abuela, si he roto con algún novio, si creen que me he hecho la cirugía estética, si voy con Terelu o con mi nieta, si haces cosas que venden...» O sea, ni a sol ni a sombra, vamos. «La verdad es que me sacan más por ser la madre de Terelu que por ser María Teresa Campos». Y con esa autoexcusa se libera un poco de la carga.

Curiosamente, los primeros trabajos de Campos en la tele estaban relacionados con un elemento fundamental en la esencia de la Feria: los caballos. El espacio lo presentaba Marisa Abad y se llamaba Estudio Directo: «Giraba en torno a las carreras hípicas, pero jamás —afirma— me ha interesado lo más mínimo esa historia, ni pienso aprender. Prefiero disfrutar de los caballos viéndolos en la Feria».
Luego entró a trabajar con Jesús Hermida en Por la mañana, al que acabaría sustituyendo al frente de dicho espacio. Ahí inició su ascenso al firmamento histórico de la tele. Nada de ello, sin embargo, le ha restado ganas de girar en esta noria de la vida, ni de disfrutar de esa otra Feria incontrolable en la que a menudo se han convertido ahora los programas de la tele: «En cierto modo, la Feria se ha convertido en un plató gigante de TV, sólo que al aire libre. A nosotros nos da mucho juego este espectáculo para el programa. Ya me gustaría a mí poder hacerlo también durante la Feria de Málaga, pero es que en esas fechas (el mes de agosto) yo no suelo hacer programa...», dice.

Desde aquella primera vez que pisó la Feria de Sevilla, no detecta que la cosa haya cambiado mucho y cree que la fiesta ha sabido mantener lo esencial de su tradición, aunque piensa que cada vez se ve más gente: «A mí lo que me gusta de la Feria es, sobre todo, el paseo de caballos. No suelo ir por la noche. Y también los trajes de gitana. Me encanta que el diseño de moda haya entrado en el mundo de los trajes de flamenca, porque las calles se convierten en un verdadero espectáculo».

A la Campos le seduce la idea de vestirse de gitana un par de días al menos, sobre todo si le dejan a la nieta para pasearla por la Feria: «Espero que me la dejen este año como otras veces», dice. Asegura que canta sevillanas cuando se tercia y que las escucha a menudo en casa o en el coche. Y, aunque aprendió muy tarde, también las baila: «A mí, lo que me enseñaron a bailar de niña fueron malagueñas y verdiales, las sevillanas las aprendí muy tarde, con María Rosa. Digamos que las bailo como para no hacer el ridículo, que ya es bastante».

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