Entrevistas
Guía de la Feria:
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VICTORIO Y LUCCHINO / DISEÑADORES
“En la moda del traje de flamenca estamos llegando a Copacabana”
CLARA GUZMÁN
Llevan
veinticinco años en el mundo de la moda, son profetas en su tierra,
cuestión bastante ardua cuando acto seguido apuntan que podrían
escribir un libro sobre la envidia. Dicen que aprenden todos los días,
aunque algunos se crean que vienen de vuelta de todo. Para vueltas, sus
volantes, sobre todo la «caracola», inspirado en una bignonia
rosa en la que José Víctor reparó cuando estaban
en Sanlúcar de Barrameda. Lo patentaron, porque es la seña
de identidad de este dúo, que le echa autenticidad y alma a sus
creaciones, y que son tan respetuosos con las tradiciones como innovadores
en sus ideas. Una mezcolanza entre la timidez de José Luis y la
extraversión de José Víctor y cuyo fruto es el equilibrio.
—En un artículo publicado en el libro que conmemora
el XXV aniversario como creadores, el pintor Rafa Agredano dice que siempre
ha tenido la impresión de que lo que atrae a los visitantes de
Sevilla no es lo mismo que atrae a los sevillanos.
—Hay cosas que nos atraen mutuamente, porque son bellas per se.
Sin embargo, hay algo en la idiosincrasia del sevillano que no lo capta
el forastero y es la dulzura de vivir; saber vivir y apreciar el minuto;
eso es intangible. Aunque es verdad que el sevillano fetén es muy
profundo, de sabiduría antigua, pero dentro de su seriedad tiene
mucha ironía. Tenemos un cierto paralelismo con el inglés,
pero con más salero.
«¿Que si es elitista la Feria? Muchísimo», dice
con su espontaneidad José Víctor; «hay de todo»,
apostilla José Luis. «El pueblo —continúa—
tiene su sitio, hay casetas de hermandades, de asociaciones de vecinos,
de peñas... Se ha dicho que las fiestas sevillanas son elegantes
y es cierto porque la elegancia es coherencia contigo mismo, con tu espíritu.
Nosotros tenemos la cultura del colorido; nuestras manifestaciones tienen
una carga estética brutal. La Semana Santa, por ejemplo, la ha
hecho el pueblo y eso educa a las personas, que aprenden cómo vestirse
o la generosidad de invitar a su caseta. Eso también es elegancia.
El arte habla un idioma universal y si los humanos nos comunicáramos
como el arte sería maravilloso».
Entonces, la periodista les invita a que hagan de anfitriones y nos revelen
su particular guía emocional de la primavera sevillana. «El
primer brote de azahar despierta la sensualidad, que es un arma muy importante
en Sevilla. El color del cielo cambia y afecta a nuestros sentidos. Llevaríamos
al forastero a degustar las tapas, que son joyas, en El Rinconcillo, las
Teresas, Casablanca, Robles, La Flor del Toranzo, o a los miles de bares
de los barrios. Nos perderíamos por Santa Cruz, para irnos envolviendo
de todo su ambiente y cuando cogiéramos el punto adecuado, a la
Feria. Porque a la Feria hay que ir comido. Allí, nos iríamos
a la caseta de unos amigos y nos entregaríamos al destino, que
unos días te llevará a momentos mágicos y otros te
aburrirás un poco más. Las cosas especiales son así,
imprevistas».
—¿Por qué es tan sensual el traje de flamenca?
—El traje de flamenca tiene una gran carga de sensualidad. Resalta
los encantos femeninos y favorece a cualquier mujer. El traje por sí
mismo tiene vida, movimiento, es colorista e hiperfemenino. Es una fuente
de inspiración para quien lo hace. A nosotros, que vivimos de la
moda, nos sorprende que una sevillana se haga en su casa un traje con
una combinación de colores maravillosa no siendo del oficio. Eso
también es cultura.
El origen del volante viene de Creta; la peineta, de Asia y el mantón
de Manila de China, pero quien hizo uso de esta indumentaria fue el pueblo.
Con el tiempo, se convirtió en el traje regional y propició
que las clases pudientes lo adaptaran como moda. El pueblo es más
espontáneo, expresa mejor sus sentimientos, es un abanico abierto
y no un coto cerrado como las clases sociales altas. Las cigarreras, por
ejemplo, se hicieron mantoncillos con las sedas que envolvían los
puros.Cuando hay escasez se agudizan los sentidos, aunque la burguesía
siempre se aprovecha del ingenio ajeno, y luego lo sofistica.
Nosotros sólo hemos sacado dos colecciones de trajes de flamenca,
que tienen que ir acordes con la moda, sin perder la esencia. A nosotros
nos encanta ser rompedores, innovadores, pero respetuosos con las tradiciones.
Ahora, con los trajes de flamenca estamos llegando a Copacabana. Nosotros
implantamos la manga sisa, el mantoncillo diferente, pero nos basamos
en el traje de las bailaoras, no en las maracas caribeñas».
Dicen José Víctor y José Luis que para ir a la Feria
hay que ponerse un vestido. «Estamos en una ciudad y en fiesta.
Las dos piezas son para las romerías. El hombre, o va vestido de
corto porque va a caballo, o con traje, que por la mañana será
gris o color garbanzo. También es correcto combinar un pantalón
con una chaqueta de lino, pero por la noche, de oscuro. La Feria es una
fiesta que decoramos entre todos, aportando colorido y belleza, por eso
debemos esforzarnos en ir bien vestidos.
—Según tengo entendido, José Luis es hijo
del novillero Manuel Medina y José Víctor, biznieto de «Guerrita»,
¿qué significado tiene hoy en día la Fiesta Nacional,
cuando en Barcelona la quieren quitar del mapa?
—Quizá es porque no tienen la suerte de vivir en Andalucía
y así no pueden comprender la cultura del toro. No obstante, aquí
vienen muchos catalanes que van a La Maestranza en coches de caballos.
De todas formas, hay que respetar la opinión de todo el mundo.
Yo, por ejemplo, —apostilla José Luis— no veo bien
la muerte del toro, aunque reconozco que sería una raza a extinguir
si no existiera la Fiesta Nacional; o sea, que estamos haciendo un bien
a la raza. Mi padre fue novillero en su juventud, afición que mi
abuelo le quitó a tortas. Yo tengo una foto de mi padre en la Maestranza
dando un derechazo que, según los entendidos, era fantástico.
Victorio y Lucchino suelen ir algunos días a los toros durante
la Feria. Dicen que Enrique Ponce es muy elegante y que a Fran Rivera
le tienen mucho cariño. «Curro tuvo su momento. Es un gran
maestro de maestros y sobre su vuelta es una decisión que debe
tomar él, aunque el guerrero también tiene que descansar».
— ¿Y cómo hay que ir vestido a los toros?
—El hombre, con corbata y chaqueta, y la señora, con mantón
de Manila. Nos gusta ver la barrera llena de mantones y, también,
a la mujer con mantilla blanca y claveles naturales.
—¿Y cuál es el secreto para ser profeta en
su tierra?
—En la vida hace mucho la seguridad en tí mismo y luchar
por unos ideales. Esa fuerza te sirve para transmitir a los demás
y la moda es comunicación, sentimientos, forma de ser y modos de
entender la vida. Detrás de un objeto, de un vestido, de una expresión
artística es importante la autenticidad. El pueblo nota cuando
no son auténticas las intenciones y es el que decide.
—Sevilla tiene fama de ser poco agradecida con quien destaca. «Triste
sino nacer/ con algún don ilustre», escribía el sevillano
Luis Cernuda.
—Pagas un tributo muy fuerte, pero lo pagas con la enorme satisfacción
que te da la vida por haber nacido con ese don, por poderlo compartir
con los demás; hacer cosas por tu sociedad, por la gente que te
rodea. En la vida hay que pagar por todo, cuando sale el brote de la envidia,
somos positivos y nos quedamos con el cariño de la gente.En nuestra
tierra nos sentimos muy queridos, aunque, claro, también tenemos
detractores.
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